La naturaleza nunca hace nada sin motivo
La naturaleza inalterada es el más preciado tesoro de nuestras montañas. Su abrupta orografía ha permitido que este rincón de la Cordillera Cantábrica se mantenga como antaño, conservando paisajes y rincones vírgenes y una riqueza biológica sin igual. Ya no quedan lugares en Europa con semejante biodiversidad y en donde la fauna mantenga comportamientos y hábitos totalmente salvajes, viviendo en total libertad.
Estos son los packs que os ofrecemos:
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"Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”. Mahatma Gandhi.
Tras muchos años de duro trabajo y estudio, hemos conseguido dominar la difícil técnica de la localización, el acercamiento y la fotografía de los animales salvajes en su entorno, conocimientos que compartimos con los visitantes: salir en su busca, leer sus huellas en el suelo y seguir sus rastros hasta localizarlos, acercarse a ellos intentando que el viento no delate nuestra presencia. Y terminar consiguiendo, en bastantes ocasiones, preciosas instantáneas de ciervos, corzos, rebecos, zorros o jabalíes, incluso gatos monteses o lobos. Todo ello es una experiencia única. Es importante advertir que esto no es África o alguna reserva natural donde los animales están habituados a las visitas de turistas que, incluso, los fotografían desde los mismos vehículos. Aquí, una buena foto requiere un gran esfuerzo.
Solo organizamos un número muy limitado de salidas al año para preservar este lugar inalterado y molestar lo mínimo a la fauna. Dependiendo la época en la que se visita el parque, las posibilidades de fotografiar las distintas especies pueden variar. Éste podría ser un calendario orientativo:
- El ciervo se ve todo el año, aunque la berrea es el momento álgido. Dependiendo del tiempo y la fase lunar, comprendería la segunda quincena de septiembre y la primera semana de octubre.
- El corzo se avista todo el año, pero durante las grandes nevadas se hace muy entretenido su seguimiento, aunque requiere gran esfuerzo y buena forma física.
- El rebeco también se avista todo el año. A partir de noviembre –su época de celo- y hasta la primavera es cuando luce su pelaje de invierno y más guapo está.
- El gato montés, uno de los animales más esquivos y menos fotografiados de Europa, se hace algo visible en enero, febrero y marzo.
- El lobo obliga a hacer largas caminatas y a amanecer en los lugares por donde se mueve, con lo que la mejor época sería el verano, aunque con nieve es muy entretenido seguir sus rastros y localizar sus zonas de paso.
- El jabalí y el zorro se pueden ver todo el año, aunque, curiosamente, cada vez se ven menos en zonas de alta montaña.
- Otros animales como lirones grises o caretos, martas, garduñas, jinetas, tejones, comadrejas, nutrias, etc. se consiguen ver a veces por las noches, aunque se complican mucho las posibilidades de fotografiarlos.
No es recomendable grupos de más de cuatro personas, si se quiere conseguir alguna foto. A mayor número de personas, disminuyen ostensiblemente las posibilidades de obtener buenos resultados. Es imprescindible vestir ropa de camuflaje o colores verdes y marrones, y que no haya sido lavada con detergentes perfumados. Tampoco usar colonia y, sobre todo, ser muy paciente. -
“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”. M. Luther King.
Los sonidos del bosque, el aroma de la vegetación, la colosal presencia de los árboles, la luz del sol colándose entre las hojas, el aire puro cargado de oxígeno y la energía que todo ello desprende nos producen una profunda sensación de bienestar, eliminando el estrés y las preocupaciones, y nos ayuda a relajarnos y pensar con mayor claridad. El contacto con la naturaleza virgen nos quita el mal humor, nos revitaliza y rejuvenece. Lo hemos experimentado a lo largo de los siglos.
En Japón, en el año 1982, se creó un programa de salud nacional para practicar baños de bosque. En la actualidad, ya hay varios países que han oficializado estas terapias, pues se ha demostrado la relación de estos baños (shinrin-yoku) con la mejora de la salud, ya que reducen la tensión arterial, el azúcar en sangre y el estrés; mejoran la salud cardiovascular y metabólica, así como la concentración, la memoria y el umbral del dolor; combaten la depresión, ayudan a perder peso y potencian el sistema inmunológico, aumentando la producción de proteínas anticancerígenas.
En Redes, y especialmente alrededor de la cabaña, todavía existen bosques primigenios por los que corren arroyos de aguas impolutas. Poder pasear por ellos en cualquier momento del año (cuando la espesura de sus ramas impide que entre la luz del sol, cuando el suelo está totalmente tapizado de hojas, o de la nieve que cambia el paisaje y absorbe todos los sonidos, o en una noche de luna llena…) es un privilegio al alcance de pocas personas. Poder sentir el silencio y la soledad ya no es posible más que en lugares como éste. -
“Hay lugares donde sopla el espíritu”. Maurice Barrés.
Cuando hice de la cabaña el cuartel general de mis salidas al monte, me propuse inspeccionar cada uno de los rincones de su entorno en un radio de unas 5 ó 6 horas a pie; lugares que pudiesen ser visitados en un día, con tiempo suficiente para ir y volver a paso tranquilo y disfrutando con intensidad. Con el tiempo he ido construyendo un catálogo de parajes en función de su belleza, singularidad y duende especial, que son ya una extensión de la cabaña y parte del escenario de mis mejores vivencias, pues he aprendido a captar su propia vida, sus propios instantes. Hay un lugar para cada estación, un rincón para cada momento, cada tipo de luz o cada estado de ánimo.
El ser humano necesita vivencias más puras y estimular sus sentidos conectando con la tierra y con los demás seres vivos, y dedicar un poco de su tiempo a la introspección y a la meditación. Por ello, animaría a disfrutar de este tipo de experiencias y descubrir esos rincones mágicos, en esta Asturias de ensueño, y a experimentar sus propios momentos de plenitud. Se trata de esos lugares en donde, más que la brisa, sopla el espíritu.